miércoles, 28 de diciembre de 2011

Mi Cumpleaños Feliz

¡Celebrando la vida!    
Amada, serena y agradecida.
Comprendiendo el lenguaje de la vida, movimientos de las almas.
Asintiendo lo que me gusta y no me gusta.
Aprendiendo a confiar en el tiempo, fuera de este tiempo. Integrando . En apertura y más receptiva.
Valorando el peso de las decisiones y amorosamente presta a los movimientos de orden, jerarquía y balance para que existan posibilidades para tod@s 

Gracias a tod@s los que están en este plano, los que no y los que están por llegar.  Milagros Cordobés

martes, 20 de diciembre de 2011

Cuentos de Navidad

Regalos de Navidad
Autor Pedro Pablo Sacristán
La Conferencia Internacional de Regalos de Navidad de aquel año estaba llena hasta la bandera. A ella habían acudido todos los jugueteros del mundo, y muchos otros que no eran jugueteros pero que últimamente solían asistir, y los que no podían faltar nunca, los repartidores: Santa Claus y los Tres Reyes Magos. Como todos los años, las discusiones tratarían sobre qué tipo de juguetes eran más educativos o divertidos, cosa que mantenía durante horas discutiendo a unos jugueteros con otros, y sobre el tamaño de los juguetes. Sí, sí, sobre el tamaño discutían siempre, porque los Reyes y Papá Noel se quejaban de que cada año hacían juguetes más grandes y les daba verdaderos problemas transportar todo aquello...
Pero algo ocurrió que hizo aquella conferencia distinta de las anteriores: se coló un niño. Nunca jamás había habido ningún niño durante aquellas reuniones, y para cuando quisieron darse cuenta, un niño estaba sentado justo al lado de los reyes magos, sin que nadie fuera capaz de decir cuánto tiempo llevaba allí, que seguro que era mucho. Y mientras Santa Claus discutía con un importante juguetero sobre el tamaño de una muñeca muy de moda, y éste le gritaba acaloradamente "¡gordinflón, que si estuvieras más delgado más cosas te cabrían en el trineo!", el niño se puso en pie y dijo:
- Está bien, no discutáis. Yo entregaré todo lo que no puedan llevar ni los Reyes ni papá Noel.
Los asistentes rieron a carcajadas durante un buen rato sin hacerle ningún caso. Mientras reían, el niño se levantó, dejó escapar una lagrimita y se fue de allí cabizbajo...
Aquella Navidad fue como casi todas, pero algo más fría. En la calle todo el mundo continuaba con sus vidas y no se oía hablar de todas las historias y cosas preciosas que ocurren en Navidad. Y cuando los niños recibieron sus regalos, apenas les hizo ilusión, y parecía que ya a nadie le importase aquella fiesta.
En la conferencia de regalos del año siguiente, todos estaban preocupados ante la creciente falta de ilusión con se afrontaba aquella Navidad. Nuevamente comenzaron las discusiones de siempre, hasta que de pronto apareció por la puerta el niño de quien tanto se habían reído el año anterior, triste y cabizbajo. Esta vez iba acompañado de su madre, una hermosa mujer. Al verla, los tres Reyes dieron un brinco: "¡María!", y corriendo fueron a abrazarla. Luego, la mujer se acercó al estrado, tomó la palabra y dijo:
- Todos los años, mi hijo celebraba su cumpleaños con una gran fiesta, la mayor del mundo, y lo llenaba todo con sus mejores regalos para grandes y pequeños. Ahora dice que no quiere celebrarlo, que a ninguno de ustedes en realidad le gusta su fiesta, que sólo quieren otras cosas... ¿se puede saber qué le han hecho?
La mayoría de los presentes empezaron a darse cuenta de la que habían liado. Entonces, un anciano juguetero, uno que nunca había hablado en aquellas reuniones, se acercó al niño, se puso de rodillas y dijo:
- Perdón, mi Dios; yo no quiero ningún otro regalo que no sean los tuyos. Aunque no lo sabía, tú siempre habías estado entregando aquello que no podían llevar ni los Reyes ni Santa Claus, ni nadie más: el amor, la paz, y la alegría. Y el año pasado los eché tanto de menos...perdóname.
Uno tras otro, todos fueron pidiendo perdón al niño, reconociendo que eran suyos los mejores regalos de la Navidad, esos que colman el corazón de las personas de buenos sentimientos, y hacen que cada Navidad el mundo sea un poquito mejor... FIN

Este ameno cuento nos invita reflexionar sobre el comportamiento de la sociedad y nos invita a  rescatar los valores  de la navidad como son el  amor en familia, el respeto,  la solidaridad, y compasión  con el prójimo  por encima de la fiesta materialista.  Milagros Cordobés

sábado, 17 de diciembre de 2011

¿Necesidad de aprobación?

Este espacio de apertura y receptividad, ha motivado a personas que respeto y amo y hoy están colaborando para hacer de este lugar un espacio común para  seguir dando y el recibir con agradecimiento. Los invito a unirse y participar solo tiene que escribirme cordobesm@yahoo.com  y enviarme lo que les gustaría publicar aquí y la fuente de la información.

Hace un tiempo recibí un regalo que hoy comparto en este espacio, mi hermana Maibelyn nos cuenta sobre uno de sus libros favoritos de autoayuda Tu Zonas Erróneas de Wayner Dyer,  este libro te lleva a un paseo por las zonas de sombras y luz de tu interior, con el fin de identificar  limitaciones y puntos de apoyo en nuestra vida. Ella nos regala un resumen didáctico de un capitulo interesante que trata sobre la necesidad de aprobación.
TÚ NO NECESITAS LA APROBACIÓN DE LOS DEMÁS

La necesidad de aprobación de los demás equivale a decir: "Lo que tú piensas de mi es más importante que la opinión que tengo de mí mism@".
Cuando la búsqueda de apoyo es una necesidad, las posibilidades de encontrar la verdad desaparecen casi por completo. Si tienes que ser alabado y emites esa clase de señales, entonces quiere decir que nadie puede tratar contigo con franqueza. Y tampoco puedes declarar con confianza lo que piensas y sientes en cualquier momento presente de tu vida. Sacrificas tu verdadera personalidad, tu yo por las opiniones y predilecciones de los demás.
Al igual que el rechazo de sí mismo, la búsqueda de aprobación incluye una gran variedad de comportamientos de auto capitulación.
Entre las actividades más comunes y usuales del comportamiento de búsqueda de aprobación se encuentran las que detallo en la siguiente lista:

·          Cambiar de postura o de manera de pensar porque alguien da muestras de desaprobación.
·          Suavizar un comentario o declaración para evitar reacciones de desagrado.
·          Adular a tu interlocutor para que te quiera.
·          Sentirte deprimido o angustiado cuando alguien no está de acuerdo contigo.
·          Tratar de impresionar a los demás con tus conocimientos de algo que ignoras "pretendiendo" saberlo.
·          Sentirte intimidado por un vendedor agresivo y comprar algo que no te gusta o no quieres... o... tener miedo de devolverle alguna mercancía porque le disgustará y no te querrá.
·          Hacer cosas para otra persona y sentir resentimiento porque no te atreviste a decirle que no.
·          Solicitando el halago de una manera indirecta esperando la aprobación de la gente y sintiéndote mal cuando no lo consigues.
·          ¿Mi amor como me queda?

Evidentemente la lista podría continuar ad infinitum. La búsqueda de aprobación es un fenómeno cultural fácilmente observable en todos los rincones del globo. Sólo es reprochable cuando se convierte en necesidad, lo que equivale, por supuesto, a entregarse y colocar la responsabilidad de cómo te sientes en manos de otros cuya aprobación buscas.

Personalmente el punto es estar consiente para identificar cuando buscamos aprobación para poder seguir adelante y cuando simplemente buscamos un feedback para continuar en una toma de decisión.



Fuente: Tus Zonas Erróneas. W. Dyer. Cortesía de Maibelyn Cordobés. Imagen: plano creativo y grupo enagister.com. Adaptaciones Milagros Cordobés  

Reflexión 17


“No podemos prolongar nuestra vida pero sí podemos no apresurar nuestra muerte”.

 “La verdadera muerte sería nunca transformarse.”
 “La muerte es sólo un concepto. Nada desaparece, todo cambia".
“La muerte no te ha eliminado
te ha transformado
El dolor disminuye
el amor crece.”
Por Alejandro Jodorowsky, Preguntas en torno a la muerte.
Fuente: Plano Creativo. Imagen banco de imágenes gratuitas. Diseño Milagros Cordobés .