Los últimos febreros de mi vida han transcurrido entre pérdidas grandes y pequeñas, donde el duelo embarga la vida de amigos entrañables y la mía propia. Situación que deja un dolor que duele distinto implosionandolo todo, arrastrándonos más tarde o más temprano, a la realización de un trabajo personal de trasformar ese dolor en valor y amor a la vida.
Febrero es también, un buen tiempo para estar disponible, soltar fantasmas, tomar lo nuevo, lo propio. Es un buen momento para permitirme recibir esa sorpresa ya advertida que llega sin previa cita, sin historia, ni referencias, que me enseña a confiar en una fuerza más grande. Llega seguro, se aloja en el lugar correcto y hace lo propio, sigue su camino dejando solo pequeños rastros, pistas para construir una mirada incluyente y agradecida que apuesta por mi bien mayor.
Por Milagros Cordobés
Imagen: Plano Creativo.
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